miércoles, febrero 02, 2005

Querido colega anónimo


Querido colega anónimo.

(La tendencia a utilizar el sello del anonimato cuando se dan opiniones en algunos Forums, más concretamente de tipo educativo, refleja una cierta inseguridad o temor, que no es fácilmente explicable).  

Acepto de buen grado que haya tonterías escritas que no merezcan una mala firma. Ello beneficia sobre todo al que las escribe y no seré yo quien pida más valentía al autor para que nos regale su mejor silencio, pues la libertad de expresión es cosa seria.
Textos agudos y certeros cuya ausencia de propiedad intelectual los libera de ser opinión y los sitúa en la habladuría que no necesita contestación ni desmentido.
Pobre anónimo, tan timorato y contradictorio. Ni tan siquiera sabes que no existes, o mejor dicho, que es como si no existieras. Qué lejos nos queda la sutileza del entre el clavel y la rosa, la Reina escoja e incluso la autocensura que podía llegar a imponerse a los censores de épocas felizmente pasadas, ¿o no pasadas?.
Todo ello ha sido sustituido por el anonimato. Es decir, decir lo que se dice decir, decimos poco y lo poco que decimos, sin firma, para no comprometernos.
Pero, comprometernos ¿a qué?. ¿A las represalias administrativas del técnico-político de turno, informado por esos correveidiles que, tras los visillos, al abrigo del poder y con alguna guardia de menos, trabajan como peones por la eficacia del Sistema Educativo, único sitio donde éste es eficaz: en la gestión de lo políticamente correcto?
Miedo, ¿a qué? ¿A que sepan que existes?, ¿a que te señalen?, ¿a ser mal mirado?, ¿a desentonar en esa gran coral del sí, mande?
En los tiempos en que estamos, tu silencio es su poder y sus mentiras repetidas mil veces por los medios de control de comunicación social más eficaces y rápidos (de prisa), sin apenas contrapunto, se convierten en verdades incuestionables.
Se decía hace tiempo que lo peor de la censura era la autocensura, que exigía un elaborado discurso y una argumentación que superara el formato impuesto por el poder de turno y su equipo de censores. Los escritores, andaban con pies de plomo cuando escribían porque sabían a qué se enfrentaban. Y como también sabían lo que se jugaban hacían sus cálculos y ... firmaban, a veces son pseudónimos.
La autocrítica ha dado paso al anonimato. Debe ser porque es mayor el miedo o el riesgo asumido al decir inconveniencias al poder. O por otras razones que no acabo de entender.
Lo cierto es que son legión los anónimos que aparecen sobre distintos enfoques del hecho educativo y ello no facilita una contestación estructurada a tanto desmán, sino silencio o en el mejor de los casos ruido. Ya les va bien así, sin obstáculos, sin oposición, sin disidencia. Un paseo militar.
Es cierto que todo parece atado y bien atado, aunque ya lo estuvo antes y se desató. Es cierto que controlan hábilmente la propaganda, que están organizados y que aún gozan de la fascinación de los oprimidos. Es cierto que no son tontos, pero tampoco son tantos... Y avanzan porque no encuentran resistencia.
Este es mi homenaje a quien en su momento, pudo hablar y lo hizo, y lo firmó, aunque le costó más de un disgusto. Son los primeros versos de la Epístola satírica y censoria... escrita al Conde Duque de Olivares. Corría el año 1630.

No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
...
Gracias Don Francisco

Juan A. Cordero
Barcelona, 2 de febrero de 2005

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