martes, febrero 24, 1998

Cambios profundos en las últimas décadas

A lo largo de estas dos o tres décadas, han ocurrido transformaciones muy importantes en la organización política, social de España, que han influido de forma muy significativa en el funcionamiento del sistema educativo.
En primer lugar, el cambio de organización política que ha tenido lugar en nuestro país. El paso de un sistema dictatorial a otro democrático, con todos los cambios de configuración del estado, legislativos, competenciales, etc., ha supuesto una mejora sustancial.
En segundo lugar, la escolaridad obligatoria se ha ampliado unos cuantos años. Aunque algunos lo discuten, la ampliación de la escolaridad conlleva pareja una rebaja de niveles, a menos que se actúe de forma eficiente contra esa tendencia.
En tercer lugar, nuestra sociedad ha tenido un crecimiento económico muy elevado, lo que ha traído como consecuencia la modernización. Nuestra sociedad es hoy más urbana y menos rural. Hoy, somos más ricos. En nuestro caso, nuevos ricos. Y nada de lo que es occidental, nos es ajeno.
La sociedad occidental no puede ver sufrir a los niños. Por eso, en buena medida, los niños deben hacer y hacen aquello que más le gusta. O mejor, solo aquello que les gusta. No hemos de torturarlos con aprendizajes difíciles y complejos, con la inculcación hábitos, ni con la exigencia de una disciplina básica y normas. Los sacerdotes del nuevo culto, no hacen más que recordarnos que esto se opone a los más elementales principios del hedonismo y la felicidad.
Pero ¿que pasa con esos casos que a modo de goteo ocupan titulares cada vez de forma más frecuente? Niños de ocho o diez años, torturadores, violadores o asesinos de compañeros de su edad o mas pequeños, jóvenes que pegan e incluso que matan a sus profesores.... Y estamos hablando de sociedades avanzadas: E.E.U.U., Francia, Inglaterra, por no poner la nuestra ¿Cuál es la respuesta de los diseñadores de la educación occidental, ante estos casos? ¿De qué se trata, de casos excepcionales, de patologías, o de síntomas? ¿Y cómo nos convencerían a los que pensamos que esta casuística más que excepcional o patológica, es sintomática en el sentido clínico del término, es decir, manifestación externa de un problema latente más profundo?

Saludos

Cordero