sábado, diciembre 25, 2004

Las ideas, idiota

La ideas, idiota.

Se atribuye a William Jefferson Clinton, más conocido como Bill Clinton, expresidente de los E.E.U.U. la famosa frase "La economía, idiota..." dirigida a George Bush (padre) durante la carrera a la Presidencia del 1993 como respuesta a la recesión económica americana tras la Guerra del Golfo.
No se sabe cual fue el peso de esa crítica en el triunfo electoral de Clinton, ni tampoco si esa idea fue la causa de su derrota posterior frente a George Bush (hijo), y me temo que nunca lo sabremos.

En todo caso nosotros creemos que existen otras razones distintas de las económicas que sirven para explicar situaciones complejas que presenta nuestra realidad, si bien previamente hemos de eliminar, mejor que aflojar, el corsé pedagógico-mecanicista con fuerte regusto a materialismo dialéctico.
La Educación continúa penosa en España y el certificado lo extiende ni más ni menos que el Informe PISA 2003, que agrupa 48 países de la OCDE, y este año se centra en las habilidades matemáticas de los alumnos de 15 años, 4° de ESO. Estamos en el vagón de cola, pero como la estupidez humana de género no conoce límites, aún tenemos algún/a responsable/a o irresponsable/a educativo/a, central/a o autonómico/a, que exhibe resultados tan mediocres en papel de regalo con una tarjeta de felicitación navideña, y nos dice que somos los mejores de todos porque no segregamos a los alumnos, porque todos nuestros alumnos van juntitos a todos los sitios, tanto si quieren como si no, tanto si están muy motivados como si están obligados, tanto si saben como si no saben, tanto si quieren como si no quieren. Esto es lo moderno y lo progresista. Y los que no lo vemos, después de 10 trienios de decencia docente, es que somos unos reaccionarios que lo único que merecemos es la jubilación forzosa, 'Dios me oiga' (perdón por lo de Dios), para no entorpecer el engranaje perfecto de la gran máquina de fracaso que es nuestro sistema educativo.
¡Vaya paradoja!, todo el progresista aparato logsiano lleno de elucubraciones de despachos llenos de irresponsables o mediocres obedientes, desemboca y se hace uno con el secular ¡Que piensen ellos! o con su versión actualizada, Antes muerta que sencilla, lo que sea posiblemente un síntoma de por donde se orientan nuestros objetivos educativos.
Menos mal que existen sistemas educativos más anticuados y obsoletos que el nuestro, como el belga por ejemplo, que nos multiplica por dos o por tres en la tasa de alumnos excelentes. Seguramente mañana estos alumnos serán dirigentes e investigadores también excelentes. Y en la sociedad abierta donde vivimos, nosotros pondremos los sencillos que no se hayan muerto en concepto de mano de obra sin cualificar, eso sí todos muy iguales. Esa será nuestra gran aportación, algo que deberían citar en el haber, los defensores del mantenerla pero no enmendarla.
¿Y la solución, si es que existe?
Todos los sistemas cerrados de pensamiento y las religiones, son constructos que tienen la vana pretensión de explicarnos todo, y entre los iniciados de la secta, funciona. Excepto el Don Manuel de Unamuno, ningún cura, psicoanalista o sindicalista planteará jamás una duda doctrinal seria ni titubeará en su respuesta a los interrogantes. ¿Por qué pasa lo que pasa en nuestra educación?
Pregunten. Pregunten a uno de los del Sindicalismo de Clase (no de Aula) o a cualquier otro con hábitos discretos en pensamiento autónomo. Fácil. Esto pasa porque tenemos pocos recursos, y lo que hace falta es más dinero. Ya está dicho. Se acabó la crítica a Sistema.
Ya no procede hablar de carencia de principios, de la disciplina en Secundaria, de la formación del Profesorado, de qué pinta una Universidad endogámica siempre e ineficaz muchas veces, de la falta de estabilidad en los Planes de Estudio, de la utilización del Sistema Educativo en la confrontación partidista, de la desaparición cultura del esfuerzo, de la promoción automática, de la integración ordinaria en el aula de alumnos que no conocen ni nuestro idioma ni nuestros sistema de valores (esto en el caso de que quede alguno), de los hábitos familiares y la autoridad paterna, de tanto paternalismo barato, de infantilización y sobreprotección de los alumnos que juega a medio y largo plazo en su contra, y ... del todo a cien en que se están convirtiendo nuestros centros.
Las ideas. Son las ideas, idiota.
¿Pesimista yo? No. Era pesimista hace quince años cuando pensaba que podía pasar todo lo que está pasando. Ahora, ya no. Pero desde entonces, íntimamente, creo que tengo algún don extrasensorial difuso.

Saludos

Juan A. Cordero
Barcelona, 25 de diciembre de 2004