lunes, marzo 15, 1999

La familia y la educación

Nuestra sociedad, nuestro tipo de vida -me refiero lógicamente al estilo de vida occidental-, va modificando progresivamente la asignación de los roles y de los tiempos de dedicación que tradicionalmente se han venido dando en el eje formativo de nuestros hijos o alumnos. El modelamiento del niño, antes se llevaba a cabo a través de tres instituciones: la familia, la escuela y la calle. Cada una enseñaba lo suyo y el niño hacía la síntesis.
La familia enseñaba los principios y la ética, pero de forma vivencial no oralmente (al niño no le sirve como guía ética lo que dicen, sino lo que hacen). La escuela estaba encargada de la instrucción, y a su manera, y con sus limitaciones, instruía, aunque hay que reconocer que nunca ha dejado de estar cerca del poder. Y por último la calle, que transmitía una experiencia vital, un conocimiento de los otros tal como son en realidad, socialmente, en grupo, sin barnices roussonianos.
La calle está dejando de existir. De hecho en las grandes ciudades ya no existe para los niños, y por tanto el aprendizaje social que en ella se hacía, queda desierto. Pero es que al mismo tiempo, parece que la familia también va perdiendo peso en la formación el niño (el trabajo de los padres, el disfrute de un ocio compulsivo,...).
La pérdida de influencia de la calle y la familia, es compensada con el incremento de peso de la escuela (comedores escolares, actividades extraescolares, colonias, convivencias, excursiones, campamentos de verano ...). La escuela al tiempo que renuncia a cubrir el objetivo instructivo, pretende incrementar el componente formativo en su cometido, y de paso oculta y renuncia a toda pretensión de mostrar el funcionamiento real de nuestra sociedad.
Así pues, tenemos la institución escolar metida -en parte- a hacer de padre y madre en la medida que padres y madres dedicamos nuestro tiempo -en parte- a ganar dinero con el que pagar impuestos para que la sociedad -en parte- dé a nuestros hijos el tiempo que nosotros no tenemos para ellos.
De la calle, nada. Los niños siempre ven la sociedad a través de las gafas de la escuela. Y el color del cristal de esas gafas coincide con el color que a la institución le gustaria que tuviera la sociedad y la realidad. Pero el niño es muy pequeño y no se entera. Para cuando se entere ya será grande, y ya estará fuera de nuestra competencia. No será nuestro problema.

Saludos

Cordero