viernes, febrero 01, 2008

Euros por aprobados

Cuando uno, con casi 35 años de docencia, no deja de sorprenderse con los nuevos desaguisados educativos que nos cocinan en beneficio propio los agentes políticos de turno, tan análogos a sus rivales como dos gotas de agua, pudiera pensarse que se está fuera de la realidad educativa, es decir, fuera de juego. Y es verdad. Estoy fuera de juego, al menos de su juego, que me niego a jugar y que paso a comentar.
La ley de medidas de millora a l’ensenyament, puesta en funcionamiento en Cataluña, y que es conocida por muchos docentes como “dinero por aprobados”, básicamente consiste en eso: en dar dinero a un centro público a cambio de reducir, a tasas digeribles, el fracaso escolar. Es decir, una buena partida de gasto público se dedica a maquillar la realidad para que ésta no presente sus efectos perversos en estado puro y pueda perjudicar a los gestores y responsables políticos del engendro que tenemos entre manos.
Ya ha pasado el tiempo en que el ruido de las alarmas del fracaso escolar se podía controlar con el ruido mediático de los embaucadores y propagandistas de casa nostra, perfectamente organizado y orquestado. Con razón se quejan de la Globalización, con lo bien que estábamos en el Edén primigenio sin que nadie en la tribu cuestionase quién es el que manda…
Las pruebas PISA, que ponen el dedo acusador en nuestro Sistema Educativo, nos sitúan donde estamos, en la cola de la OCDE, y a nuestras autoridades, con poca capacidad de encaje y ninguna autocrítica, todo lo que se les ocurre es maquillar cifras, como si el problema fueran las cifras y no la gran proporción de alumnos reales con niveles de formación deficientes. Es como si no les importara que existieran alumnos de 16 años con graves déficits académicos. Es como si lo que realmente les importara es que ese alumno con problemas saliera a la luz, que la sociedad tomara conciencia pública de que existen desajustes serios en esa Arcadia Feliz, en que llevan convirtiendo el Sistema Educativo tantos años. Y, supongo, con razón, temen que el tema les explote en la cara.
Por eso el Plà de Millora. Es de creer que los mejores leguleyos de la casa, han trabajado duro para suavizar las grandes líneas del plan “dinero por aprobados”, tapando agujeros aquí, evitando críticas allá, difuminando aristas, porque claro, ha de ser aprobado en Claustro, en muchos a mano alzada, parece ser, eso sí, sin dejar de lado el buen rollito en ninguno de los casos.
El caso es que con la consabida burocracia consustancial a un sistema lento, torpe y rígido, los centros firman y obtienen por adelantado unos recursos extras (hablamos de millones de las antiguas pesetas) a cambio de que las tasas de fracaso escolar vayan bajando de forma progresiva y escalonada. El centro dispone de ese dinero para aquellos menesteres que prefiera, lo cual es una perita en dulce en un sistema educativo con una falta de inversión tan notoria que lo hace uno de los más baratos y asfixiados de España.
¿Y qué ocurre si no se incrementan los aptos de forma significativa? Pues que te quitan la subvención, y pasas a ser público puro y duro, reaccionario por no entrar en el juego de compraventa y conservador por no estar por la mejora de la educación.
Pero, ¿existe alguna previsión de cambio en aquellos aspectos que se valoran como más inconvenientes para que la formación de nuestros alumnos pueda ser mejor?
¿Cómo se modifican aspectos tales como la disciplina en las aulas, la promoción automática, la incorporación del alumnado emigrante, la autoridad del profesor, la mejora de la excelencia (que es de las más bajas de Europa), la falta de respuestas y de alternativa a los alumnos que a los 16 o 17 años no quieren asistir a clases, a estas clases (porque podrían ser de otra manera)?
¿Cómo reconvertimos los lugares de divertimiento y guardería en se han convertido bastantes de nuestros centros, en espacios de formación, respeto, tolerancia, conocimiento y aprendizaje?
¿Cómo se pueden mejorar los resultados de un proceso complejo, sin tocar de forma relevante ninguno de los principios, presupuestos, metodologías y filosofía del mismo, cuando justamente son estos, repito estos, los mayores responsables del problema?
Descartada la magia, solamente existe una manera, nominalista y trucada, eso sí. Es denominar a lo mismo de otra manera.
El 30, o 40 o 50% de los alumnos de 4º de ESO, fracasan porque tras 13 años de escolaridad, no han adquirido unos niveles de competencias instrumentales (comprensión de textos escritos, resolución de problemas, interpretación de situaciones cotidianas representadas gráficamente…) suficientes para darse explicaciones coherentes de la realidad y del mundo del que forman parte. Es decir, lo que antes denominábamos fracaso, pretenden que hoy lo denominemos no fracaso. Es la misma cantata del progresa adecuadamente de Primaria llevado ahora a Secundaria. Marear la perdiz, diría un castizo.
Se supone que así prolongarán la anestesia social lo suficiente para continuar otra legislatura. Y probablemente tengan razón.

Saludos.

'Cordero'