viernes, septiembre 18, 1998

El principio de realidad que se impone

Hay realidades tercas que tarde o temprano se hacen hueco. No deja de existir la luz porque el ciego no la perciba. No deja de haber fracaso escolar porque se excluyan del léxico evaluador los conceptos que pueden medirlo.
De las notas cuantitativas se pasó a las categorías cualitativas, de ahí al actual e infrecuente NPA y el abundante PA. Cada vez el uso de conceptos más vacíos y carentes de contenido ¿Qué nos reservan para mañana?
Y es que no se quiere entender que no siempre el aprendizaje puede ser lúdico. Y cuando no se entiende esto, se ha renunciado a incidir sobre las causas que provocan el fracaso. Ya no queda otra lógica que ocultar los resultados, disfrazarlos o maquillarlos. Pero no nos engañemos, el problema persiste. Es el fracaso de un sistema educativo que tras miles de horas, ha sido incapaz de generalizar el aprendizaje de unas habilidades instrumentales mínimas (lectura, escritura, operaciones básicas,...), unas capacidades expresiva y comprensiva aceptables, y unos hábitos de trabajo y responsabilidad, necesarios para su encaje futuro en la sociedad.
De esta manera, la función básica de la enseñanza obligatoria, la preparación para la vida, queda marcada por un interrogante acusatorio. La vida, no es aquello que le hemos estado contando a nuestros alumnos que era, y cuando ésta se nuestra como es, muchos no lo aguantan, son incapaces de dar respuestas constructivas. Hemos hecho tarde.

Saludos

Cordero

domingo, abril 05, 1998

Una Reforma cuestionada

Una Reforma cuestionada

Una reforma educativa que no gusta a casi nadie. Ni a los niños, ni a los padres, ni a los profesores. Solo a la administración educativa y a algunos sindicatos. Y a unos miles de sujetos que han aprovechado el diseño y los profundos cambios que se están imponiendo, para lograr promociones individuales dentro de función pública docente, al margen de los canales previstos dentro de la misma ( designación digital, comisiones de servicios, creación de puestos de trabajo a medida, y otras sutilezas). Así es, unos pocos se la benefician mientras otros muchos la padecemos.
 
Los profesores han tenido que ser reciclados rápidamente en toda esa verborrea de conceptos vacíos que blindan a la reforma de toda crítica efectiva desde el sentido común. Suele ocurrir que si no posees esta jerga pseudocientífica, no puedes criticar el sistema, y si la posees, tampoco, porque significa que ya te la has creído. En esta tarea de enseñar a enseñar a maestros que llevan enseñando muchos años, a pie de clase, se emplea mucho "profesorado de promoción rápida", desertores del aula, vendedores ambulantes de su nuevo status, peones dóciles y agradecidos de la administración a la que tanto deben. Y ya saben, ¡o se portan bien, o no se les consolida el nuevo puesto de trabajo!.
 
En poco tiempo el suspenso ha sido desterrado prácticamente del sistema educativo. No hay quien suspenda. Todo lo más, no se progresa adecuadamente. Que no es lo mismo. Es mucho menos traumático. Es mucho más asumible por un sistema más preocupado porque no aparezca el fracaso que existe, que por hacer que este fracaso disminuya. Así se resuelve el conflicto: el niño sigue siendo el rey y los progresos a lo largo del proceso educativo son adecuados. Y todos contentos porque el niño se divierte mucho en un cole, que ejerce cada vez más como guardería, que como centro de enseñanza.

Saludos

Juan A. Cordero Alonso
Barcelona 5 de Abril de 1998

martes, febrero 24, 1998

Cambios profundos en las últimas décadas

A lo largo de estas dos o tres décadas, han ocurrido transformaciones muy importantes en la organización política, social de España, que han influido de forma muy significativa en el funcionamiento del sistema educativo.
En primer lugar, el cambio de organización política que ha tenido lugar en nuestro país. El paso de un sistema dictatorial a otro democrático, con todos los cambios de configuración del estado, legislativos, competenciales, etc., ha supuesto una mejora sustancial.
En segundo lugar, la escolaridad obligatoria se ha ampliado unos cuantos años. Aunque algunos lo discuten, la ampliación de la escolaridad conlleva pareja una rebaja de niveles, a menos que se actúe de forma eficiente contra esa tendencia.
En tercer lugar, nuestra sociedad ha tenido un crecimiento económico muy elevado, lo que ha traído como consecuencia la modernización. Nuestra sociedad es hoy más urbana y menos rural. Hoy, somos más ricos. En nuestro caso, nuevos ricos. Y nada de lo que es occidental, nos es ajeno.
La sociedad occidental no puede ver sufrir a los niños. Por eso, en buena medida, los niños deben hacer y hacen aquello que más le gusta. O mejor, solo aquello que les gusta. No hemos de torturarlos con aprendizajes difíciles y complejos, con la inculcación hábitos, ni con la exigencia de una disciplina básica y normas. Los sacerdotes del nuevo culto, no hacen más que recordarnos que esto se opone a los más elementales principios del hedonismo y la felicidad.
Pero ¿que pasa con esos casos que a modo de goteo ocupan titulares cada vez de forma más frecuente? Niños de ocho o diez años, torturadores, violadores o asesinos de compañeros de su edad o mas pequeños, jóvenes que pegan e incluso que matan a sus profesores.... Y estamos hablando de sociedades avanzadas: E.E.U.U., Francia, Inglaterra, por no poner la nuestra ¿Cuál es la respuesta de los diseñadores de la educación occidental, ante estos casos? ¿De qué se trata, de casos excepcionales, de patologías, o de síntomas? ¿Y cómo nos convencerían a los que pensamos que esta casuística más que excepcional o patológica, es sintomática en el sentido clínico del término, es decir, manifestación externa de un problema latente más profundo?

Saludos

Cordero